domingo, 29 de julio de 2012

Subterranean Homesick Blues (Blues de la añoranza subterránea), Bob Dylan.

Johnny está en el sótano
Cortando la medicina
Yo estoy en el suelo
Pensando en el gobierno
El hombre de la gabardina
La insignia fuera y cesante
Dice que tiene mucha tos
Quiere que lo indemnicen
Cuidado, chico
Es algo que hiciste
Dios sabe cuándo
Pero lo vuelves a hacer
Más vale que te largues por el callejón
Y te busques a otro amigo
El tipo con gorro de mapache
Que está en el corralón
Quiere once billetes de dólar
Y sólo tienes diez

Maggie viene en dos patadas
La cara llena de hollín
Dice que la pasma ha plantado
Pruebas en la cama, pero
Da igual, el teléfono está pinchado
Según Maggie muchos dicen
Que habrá redadas en mayo
Ordenes del fiscal
Cuidado, chico
No importa qué hayas hecho
Ándate con pies de plomo
No pruebes estimulantes
Aléjate de quienes
Van con mangueras de incendios
No te metas en líos
Ojo con la secreta
No necesitas al hombre del tiempo
Para saber de dónde sopla el viento

Ponte mal, ponte bien
Quédate junto al tintero
Es el timbre, yo no sé
Si algo se va a vender
Ponle ganas, ponte trabas
Vuelve atrás, escribe en braille
Ve a la cárcel, escapa bajo fianza
Enrólate si te pillan
Cuidado, chico
Te van a dar
Ventajistas y tramposos
Seis veces perdedores
Andan por los teatros
Una chica junto al remolino
Está buscando a otro necio
No sigas a los cabecillas
Vigila los parquímetros

Ven al mundo, abrígate
Calzones, idilio, aprende a bailar
Vístete, que te bendigan
Intenta ser un éxito
Complácela, complácelo, compra regalos
No robes, no hurtes
Veinte años de escuela
Para acabar en el turno de día
Cuidado, chico
Todo lo esconden
Mejor saltar a la alcantarilla
Y encenderte una vela
No lleves sandalias
Evita los escándalos
No seas un vagabundo
Mejor mastica chicle
El surtidor no funciona
Unos vándalos se llevaron las manijas

lunes, 23 de julio de 2012

La sombra de mi alma..., Federico García Lorca.

La sombra de mi alma
huye por un ocaso de alfabetos,
niebla de libros
y palabras.

¡La sombra de mi alma!

He llegado a la línea donde cesa
la nostalgia,
y la gota de llanto se transforma
alabastro de espíritu.

¡La sombra de mi alma!

El copo del dolor
se acaba,
pero queda la razón y la sustancia
de mi viejo mediodía de labios,
de mi viejo mediodía
de miradas.

Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas
enreda mi ilusión
casi marchita.

¡La sombra de mi alma!

Y una alucinación
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada.

¡Ruiseñor mío!
¡Ruiseñor!
¿Aún cantas?

jueves, 19 de julio de 2012

Deja la puerta abierta, Francisco Ruiz Udiel.


                                                       A Claribel Alegría
Deja la puerta abierta.
Que tus palabras entren
como un arco tejido por cipreses,
un poco más livianos
que la ineludible vida.
Lejos está el puerto
donde los barcos de ébano
reposan con tristeza.
Poco me importa llegar a ellos,
pues largo es el abrazo con la noche
y corta la esperanza con la tierra.
Donde quiera que vaya
el mar me arroja a cualquier parte,
otro amanecer donde la imaginación
ya no puede convertir el lodo
en vasijas para almacenar recuerdos.
Me canso, de despertar,
la luz me hiere cuando ver no quiero,
el viaje a Ítaca nada me ofrece.
Si hubiera al menos un poco de vino
para embriagar los días que nos quedan
          embriagar los días que nos quedan
                                         que nos quedan.

sábado, 14 de julio de 2012

Estas cosas, Ricardo Molinari.

No sé, pero quizás me esté yendo de algo, de todo,
de la mañana, del olor frío de los árboles o del íntimo sabor
de mi mano.
Pero estas llamas y la lluvia bajan por la tarde del día elevadas,
con su trabajo cruel y afanoso, con el terror de la primavera
y el tiempo y la noche vanamente disueltos en su impaciencia.

Yo sé que estoy mirando, extendido, sin atender
lo que el polvo y el abandono ocultan de mi cuerpo y de mi lengua.
Una palabra, aquella sonriente y terrible de ternura,
oscurecida por la razón y el mágico envenenamiento de la nostalgia;
sedentaria huye por un campamento, llamada y perseguida permanente,
sin alguna vez, devuelta entera y desentendida
al seno ardiente de la noche, al ser mayor e indestructible de la atmósfera.
Nada queda después de la muerte definido y elevado, ni la imagen voluntariosa
sobre los pastos crecidos y ondulantes, ni el pie
atropellado que dispara de su quemada historia intacta.

Sin clamor el rostro siente el húmedo temporal, el albergue perecedero
y la flor abierta en el vacío,
sin volver los ojos, va en su rapidez disuelto
y extrañísimo.
Soy el ido, el variante del cielo,
de la calle muerta en las nubes,
su entretenimiento como un pájaro.

¡Amor, amor! una brizna del sentido,
tal vez un día donde mis labios bebieron la sangre
y todas estas nieblas azotadas e irremediables, perdidas.
Decidido, toma, ¡oh noche!, mis secos ramos y llénalos de rocío brillante
y pesado, igual al de las hojas del orgulloso y reclinado invierno.

martes, 10 de julio de 2012

Yo no sé nada, Oliverio Girondo.

Yo no sé nada
Tú no sabes nada
Ud. no sabe nada
El no sabe nada
Ellos no saben nada
Ellas no saben nada
Uds. no saben nada
Nosotros no sabemos nada
La desorientación de mi generación tiene su expli-
cación en la dirección de nuestra educación,cuya
idealización de la acción, era - ¡sin discusión!-
una mistificación, en contradicción
con nuestra propensión a la me-
ditación, a la contemplación y
a la masturbación. (Gutural,
lo más guturalmente que
se pueda.) Creo que
creo en lo que creo
que no creo. Y creo
que no creo en lo
que creo que creo
«C a n t a r d e l a s r a n as»
¡Y     ¡Y      ¿A       ¿A     ¡Y       ¡Y
  su     ba       llí        llá      su       ba
   bo       jo          es           es        bo         jo
   las      las          tá?            tá?       las        las
     es        es          ¡A                 ¡A           es          es
      ca       ca            quí                    cá            ca          ca
       le        le            no                          no             le           le
         ras      ras          es                              es             ras        ras
         arri     aba         tá                                   tá            arri        aba
         ba!...    jo!...       !...                                       !...            ba!...     jo!...

lunes, 2 de julio de 2012

Ley del poema, Julio Cortázar.

Amargo precio del poema,
las nueve sílabas del verso;
una de más o una de menos
lo alzan al aire o lo condenan.


Somos el ajedrez de un río,
el naipe siempre entre dos lumbres;
caen las caras y las cruces
a cada curva del camino.


Cae en el verso la palabra,
en el recuerdo llueve el llanto,
cae la noche, cae el pájaro,
todo es caída amortiguada.


¡Oh libertad de no ser libre,
golpe de dados que desata
la sigilosa telaraña
de encrucijadas y deslindes!


Como tu boca a la manzana,
como mis manos a tus senos,
irá la mariposa al fuego
para danzar su última danza.