Mi memoria está
nadando en el sueño que la hizo escombros.
Teme al encontrar fundidas las formas que cuentan su historia
La luz entró en el cristal,
se enraman los rayos
los ojos no saben ya
donde encontrar
colores para pintar tu cara
Mi memoria fue
un cofre brillante guardando mi tiempo
pero se perdió
en un laberinto de celdas y hierros
Calma, amor.
Yo te abriré cada compuerta que te separe de mí,
y ya tendré las letras para escribir tu nombre
Tan especial es este silencio,
tan especial…
No puedo desenredar la línea de tiempo
ni puedo entender
si un día me atravesó una verdad,
si pude conocer otro lugar
Mi memoria está
buceando en el sueño que la hizo polvo.
sábado, 25 de mayo de 2013
lunes, 13 de mayo de 2013
No vayas amablemente hacia esa suave noche, Dylan Thomas.
No vayas
amablemente hacia esa suave noche,
la vejez
debería arder en gritos al final del día
y rabiar,
rabiar ante la luz que muere.
Por más que
los sabios acepten que su final sea oscuro
porque sus
palabras no atraparon ningún brillo,
no van
amablemente hacia esa suave noche.
Buenos
hombres que lamentan, caída la última ola,
que sus
frágiles actos no hayan bailado con brillo en las bahías,
rabien,
rabien ante la luz que muere.
Hombres
salvajes que cantaron para atrapar el sol
en su arco,
y que aprendieron, muy tarde, a llorar su partida,
no vayan
amablemente hacia esa suave noche.
Hombres
graves que agonizan y ven con la vista nublada
que sus
ojos ciegos podrían brillar como meteoros y ser alegres,
rabien,
rabien ante la luz que muere.
Y vos,
padre mío, ahí en la triste altura,
maldecime,
te ruego, bendecime, con tus fieras lágrimas.
No vayas
amablemente hacia esa suave noche.
Rabiá,
rabiá ante la luz que muere.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Sindicalismo, Fabián Casas.
No te dejes engañar
por el papel brilloso de los chocolates
ni la vista iluminada de la ciudad cuando oscurece.
No te distraigas
con los que se fotografían en familia,
alzan trofeos,
o se muestran seguros
en las revistas de mucho tiraje.
Que tu corazón esté
con los que viven solos,
los que saben que un par de tragos
jamás abolirán el azar
y por eso forman parte de ese estúpido club.
domingo, 5 de mayo de 2013
El poeta y los signos, Francisco Ruiz Udiel.
A Álvaro Urtecho
al hombre en las palabras,
aquellas palabras que un día se levantaron
tras el peso de las piedras.
Las palabras desprenden signos
que el hombre cierne
sobre la persistente luz,
sobre la melodía que desiste en la hierba.
El olvido se filtra en cada signo,
y ese balbuceo final
—inaudible para todos—
son palabras que el hombre devuelve al mundo;
palabras que le fueron dadas al nacer,
convertidas ya en puentes, cavernas,
en hilos de arena y humo.
Algún día las palabras volverán a ser hombres,
otra vez puentes,
huellas contra el temblor de la vida,
túneles hacia la libertad.
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