lunes, 30 de abril de 2012

A Hard Rain's a-Gonna Fall, Bob Dylan.


¿Dónde has estado hijo mío
de los ojos azules ?
¿Dónde has estado mi pequeño
querido?
He tropezado en el costado de doce
montañas nubladas
He caminado y gateado en seis
autopistas inclinadas
Me he parado en el medio de siete
forestas tristes
He estado afuera de frente a una docena
de océanos muertos
He estado diez mil millas en la boca
de una tumba
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

¿Qué has visto hijo mío
de los ojos azules?
¿Qué has visto mi pequeño
querido?
Vi un niño recién nacido con lobos salvajes
a su alrededor;
Vi una carretera de oro sin nadie
en ella
Vi una rama negra con sangre
que seguía cayendo
Vi un cuarto lleno de hombres
con martillos ensangrentados
Vi una blanca escala toda cubierta
de agua
Vi diez mil conversadores con las lenguas
todas rotas
Vi revólveres y espadas filosas en las manos
de pequeñuelos
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer

¿Qué escuchaste hijo mío
de los ojos azules?
¿Qué escuchaste mi pequeño
querido?
Escuché el sonido del relámpago
que bramaba advertencias
Escuché el rugido de una ola capaz
de inundar al mundo entero
Escuché a cien tarn-tarns cuyas manos
estaban incendiadas
Escuché a diez mil murmurando
y nadie escuchaba
Escuché a una persona morir de hambre
y a muchos reírse
Escuché la canción de un poeta que murió
en el arroyo
Escuché los sonidos de un payaso que lloraba
en el callejón
Escuché el sonido de una persona que clamaba
ser humano
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

¿A quién encontraste hijo mío
de los ojos azules?
¿A quién encontraste mi pequeño
querido?
Encontré a un chico al lado de un pony muerto
Encontré a un blanco arrastrando a un perro negro
Encontré a una joven cuyo cuerpo se quemaba
Encontré a un joven que me dio un arco iris
Encontré a un joven que estaba herido de amor
Encontré otro hombre herido de odio
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

¿Que harás ahora hijo mío
de los ojos azules?
¿Qué harás ahora mi pequeño

querido?
Me voy afuera antes que la lluvia
comience a caer
Caminaré hacia las profundidades de la foresta
oscura más profunda
Donde la gente es numerosa y sus manos
están vacías
Donde las píldoras de veneno están inundando
sus aguas
Donde la casa del valle encuentra
la prisión húmeda y sucia
Donde el rostro del verdugo está siempre
bien escondido
Donde el hambre es feo, donde las almas
son olvidadas
Donde el color es negro, donde nada
es el número
Y yo diré y lo hablaré y lo pensaré
y lo respiraré
Y lo reflejaré desde la montaña para que todas
las almas lo puedan ver
Entonces me pararé sobre el océano hasta
empezar a hundirme
Pero sabré bien mi canción antes de empezar
a cantar
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

A Hard Rain's a-Gonna Fall (Bob Dylan), The Freewheelin' Bob Dylan, 1963.

lunes, 23 de abril de 2012

No sé quién soy ni qué alma tengo, Fernando Pessoa.

  Cuando hablo con sinceridad, no sé con qué sinceridad hablo. Soy diversamente otro respecto a un yo que no sé si existe. 
  Siento creencias que no tengo. Me arroban ansias que repudio. Mi perpetua atención sobre mí perpetuamente me apunta traiciones de alma a un carácter que tal vez no tenga, ni ella cree que tengo. 
  Me siento múltiple. 
  Soy como un cuarto con innumerables espejos fantásticos que distorsionan en reflejos falsos una única realidad anterior que no está en ninguno y está en todos. 
  Como el panteísta se siente árbol e incluso flor, yo me siento varios seres. Me siento vivir vidas ajenas, en mí parcialmente, como si mi ser participara de todos los hombres, incompletamente de cada, por una suma de no-yos sintetizados en un yo postizo.

domingo, 15 de abril de 2012

Mr. Tambourine Man, Bob Dylan

Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.


Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.

Aunque sé que el imperio de la tarde
se ha vuelto arena
esfumada en mi mano
me ha dejado a ciegas aquí de pie
pero no durmiendo todavía.

Mi fatiga me sorprende
estoy marcado a mis pies,
a nadie tengo que encontrar
y la antigua calle vacía está
demasiado muerta para soñar.
Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.

Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.

Llévame de viaje sobre
tu mágica nave turbulenta
mis sentidos han sido despojados
no puedo sentir el apretar de mis manos,
mis pies demasiado entumecidos para andar 
confían sólo en mis talones
para ser errante.

Estoy listo para ir a cualquier lugar
estoy listo para desaparecer
en mi propio desfile,
lánzame a mi paso tu hechizo danzante
prometo que me someteré.

Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.

Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.

Aunque pudieras oír una risa, girando,
dando vueltas locamente bajo el sol
no se dirige contra nadie,
es sólo eludirse del trayecto
y salvo por el cielo
no hay barreras haciendo frente.

Y si oyes vagos vestigios 
de saltarines tornos de rima
al ritmo de tu pandereta
es sólo un payaso andrajoso
yo no le haría ningún caso
lo que ves es sólo una sombra
que el persigue.

Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.

Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.

Hazme luego desaparecer
tras los anillos de humo de mi mente
bajo las brumosas ruinas del tiempo
más allá de las hojas heladas
de los encantados árboles asustados
fuera de la ventosa playa
lejos del funesto alcance
de la loca tristeza.

Sí, a bailar bajo un cielo de diamantes
ondulando libre una mano
enmarcado por el mar
cercado por las arenas de circo,
con todo recuerdo y destino
profundamente hundidos bajo las olas
déjame que olvide el hoy
hasta mañana.

Eh, Señor Panderetero, toca una canción para mí,
no tengo sueño y no hay sitio a donde pueda ir.

Eh, Señor Panderetero, toca un canción para mí,
en la mañana del cencerro y cascabel te seguiré.

Mr. Tambourine Man (Bob Dylan), Bringing It All Back Home, 1965.

jueves, 12 de abril de 2012

Tres veces en la noche..., Osvaldo Lamborghini.

Tres veces en la noche
sonaron las campanas
mientras mi Infancia
recorría
tierras extrañas.
Porque todavía
todavía mi Infancia
viene a buscarme
con un galope en las piernas
y en sus labios
una sonrisa salvaje.

Cuando anda por ciudades
para que no la vea la gente,
mi Infancia
se disimula en el demoníaco aire.
Porque ella es muy linda
muy suave y muy frágil
y tiene miedo
de las gentes grandes.
Me viene a buscar
a mi cuarto de sueños
y me cuenta
que con una hoja de palmera
navega los mares
como atraviesa las selvas
deslizándose por los árboles.

Después
entre lloriqueos me cuenta,
sentada sobre mis rodillas
que un niño casi la atropella,
con su bicicleta
y cómo en un río, una anguila
la azotó con su cola eléctrica.
Mi Amor, entonces
le cura las heridas
porque con su presencia
mi cuarto de sueños
se convierte en un Valle de Vida.
¡Mi Infancia, mi Infancia!
Con un galope en sus piernas
todavía viene a buscarme.

lunes, 2 de abril de 2012

Juan Lopez y John Ward, Jorge Luis Borges.

  Les tocó en suerte una época extraña.
  El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
  López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó  Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
  El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
  Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
  Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
  El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.