sábado, 5 de mayo de 2012

Descenso al olvido, Enrique Molina.

He aquí los muertos, sentados,
inmóviles alrededor del Tiempo;
adorando su pálida hoguera,
extrañamente sombríos en su reunión solitaria.

Ahí están, invadidos por marañas azules;
poblados por húmedas músicas, por cigarras.
Sobre ellos el cierzo ha pesado, y sus gestos de
  antaño, sus cuerpos de vapor,
se condensan de súbito en alargadas lluvias.

No; no hables un idioma olvidado.
No pronuncies tu nombre.
Que no giren con letal lentitud la borrada,
  tormentosa cabeza.
Que no te reconozcan sus huecos corazones
  comidos por los pájaros.

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