lunes, 4 de marzo de 2013

Una vez dormi en casa de mi madre, Carmen Iriondo.

Claro azul era la tapa del libro que me diste
para que pronto durmiera sin pensamientos
sobre lo malo que era mirarte. Era de duras
tapas con lomo de cuero crudo desgajado.


El título en oro una sola palabra: ¿Extorsión?
¿Piedad? ¿Angustia? ¿Inevitable? ¿Culpable?
Comunes lugares para entrampar a las niñas.


No pude pestañear esa noche y el sol
me saludó con colores hepáticos entre letras.
Mareada por tu vino y ese maldito libro,
estrago de la ausencia ese olor a limón.


Trataba sobre dos padres con un hijo distinto
al que empujaban, sin decir quién o cuál,
escaleras abajo por el juramento cómplice.
Nadie había sido.


Vienen a buscarme.

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