sábado, 20 de abril de 2013

Arte poética, Paul Verlaine.

A Charles Morice

¡La música ante todo!
Y para ello preferirás lo Impar,
más vago, más soluble,
sin nada impostado que le pese.

Tampoco elijas tus palabras
sin dejar alguna imprecisión:
nada más caro que la canción gris
en que se unen lo Preciso y lo Incierto.

Son ojos bellos detrás de un velo,
es la luz temblorosa al mediodía,
es, en el cielo tibio del otoño,
¡el desorden azul de las claras estrellas!

Pero también queremos el Matiz,
¡Oh, no el Color, sino sólo el matiz!
Sólo el matiz ennovia las palabras,
¡el sueño con el sueño, la flauta con el corno!

Huye lejos, muy lejos de la Burla asesina,
del Ingenio malvado y de la Risa impura.
¡Son los que hacen llorar los ojos del Azur,
huye del condimento de la baja cocina!

¡Atrapa a la elocuencia y retuércele el cuello!
Y también será bueno, hablando de energía,
que hagas a la Rima un poco más sensata.
¿Adónde llegaría si no la vigilamos?

¡Oh, errores de la Rima!
¿Qué niño sordo, qué esclavo loco
nos ha forjado esta joya barata,
que suena a hueco y falso si la tocas?

¡La música otra vez, música para siempre!
Que tu verso sea aquello que ha volado,
que se sienta escapado de un alma fugitiva
hacia otros cielos, hacia nuevos amores.

Sea tu verso la buenaventura
lanzada al viento crispado de la mañana
que roza la menta y el tomillo...
Y todo lo demás: sólo literatura.

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