jueves, 9 de enero de 2014

Y antes que el olvido nos, Antonio Cisneros.

Lo que quiero recordar es una calle. Calle que nombro por no
    nombrar el tambo de Gabriel
y el pampón de los perros y el pozo seco de Clara Vallarino y
    la higuera del diablo.
Y quiero recordarla antes que se hunda en todas las memorias 

así como se hundió bajo la arena del gobierno de Odría en el 
    año 50.
Los viejos que jugaban dominó ya no eran ni recuerdo.
Nadie jugaba y nadie se apuraba en esa calle, ni aun los remolinos 

    del terral pesados como piedras.
Ya no había hacia dónde salir ni adonde entrar. La neblina o 

    el sol eran de arena.
Apenas los muchachos y los perros corríamos tras el camión azul 

    del abuelo de Celia.
El camión de agua dulce, con sus cilindros altos de Castrol.
Yo pisé entonces una botella rota. Los muchachos (tal vez) se
    convirtieron en estatuas de sal.
Los perros (pobres perros) fueron muertos por el guardián de 

    la Urbanizadora.
Y la Urbanizadora tenía unos tractores amarillos y puso los
    cordeles y nombró como calles las tierras que nosotros no
    habíamos nombrado.
(También son sólo olvido.)

Lo que quiero recordar es una calle. No sé ni para qué

No hay comentarios: