miércoles, 26 de marzo de 2014

XXXIX, Alberto Szpunberg.

"Yo conocí el otoño", dirá alguien,
cuando en realidad querría decir:
"era otoño pero yo aún no sabía qué era otoño",
y aunque los días de marzo se parezcan demasiado a su propia tristeza,
nadie confundirá un cuerpo echado, descalzo, sobre la tierra,
con las hojas rojizas que lo cubren:
él fuma de cuclillas bajo las ramas despojadas,
y todos sus recuerdos caben ahora en una caja de zapatos,
ésta que abandona para siempre
en un lugar que pronto olvidará.
Alguien seguirá las huellas, encontrará la caja,
y, al sacudirla, sólo sonarán palabras,
huesos sin nombre que aún crepitan,
álamo herido junto al río incesante.

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